Somos Oswald Keller, médico, y estamos en la época medieval, en Alemania. Asola la peste en la ciudad de Wippra y nos han mandado aquí, al Hospital, para ayudar en lo que podamos. Despertamos en nuestra habitación de la posada y pulsamos en nosotros para levantarnos de la cama. Pulsamos de nuevo en nosotros para vestirnos y decimos “Soy muy consciente…”. Cogemos nuestra bolsa, el cuchillo sobre la mesa de la ventana y el manual de medicina de la estantería del fondo. Salimos por la puerta, empieza la presentación y al acabar estamos en el “callejón del Artesano”.
Hablamos con Arnold, el que arregla la puerta y guardia de la ciudad, de todo. (Si no comento nada siempre usar las frases de arriba a abajo). Vamos un poco a la derecha, cogemos el palo de madera de la esquina y espantamos las ratas con él en la puerta de la derecha. (Podemos mirarlo todo en todas las pantallas, pero si no lo comento en especial solo sirve para pasar el rato). Llamamos y después de hablar con la mujer entramos en casa del canastero. Cerramos la puerta rápido y la mujer nos vuelve a hablar.
De nuevo le hablamos y miramos al chico de la cama, Sven. Volvemos a hablar con la madre de lo nuevo (la “luz”). Cogemos el cuenco de la parte superior de los estantes y usamos el cuchillo en la rama verde que cuelga para tener un cordel. Usamos el cuenco en la parte inferior de los estantes para llenarlo de aceite y en el inventario le ponemos el cordel.
Hablamos con el chico sentado para que se mueva y en el inventario usamos el cuchillo en el palo para quitarle una astilla. Abrimos el brasero al lado de la puerta, usamos la astilla en él para encenderla y en el inventario la ponemos en el cuenco para tener un cordel encendido. Lo ponemos sobre el taburete y examinamos a Sven varias veces hasta que regresa el padre. Miramos al otro chico y hablamos con el padre.
Salimos y decimos al guardia “Por una simple fiebre”.
Vamos al fondo y llegamos al patio del Convento, que tiene el Hospital anexo. Entramos y hablamos con la madre superiora de la Orden de Santa Clara, Johanna, sobre “Tenía que hacer…”. Entramos por la derecha a un despacho y hablamos con la Condesa de “¿En qué parte del cuerpo…?”. Cogemos el cuenco sobre la mesa y miramos los libros hasta ver una página de como practicar sangrías. Salimos de la página y hablamos con la Condesa de todo. Volvemos a mirar la página del libro y lo dejamos como en la captura.
Salimos de la habitación y entramos por la puerta de la izquierda a la cocina. Hablamos con la hermana de la mesa de todo y lo intentamos con la otra, pero es sorda. A la izquierda cogemos un frasco de aceite y del centro, colgado, un gancho. Volvemos a la derecha, a la entrada, y usamos el gancho en la estatua de San Francisco de Asís para convertirlo en un “gancho de sangría”.
Regresamos junto a la Condesa, le hablamos, hace salir a su guardia, Hermann, y le hacemos la sangría. Cogemos el cuenco de sangre, salimos y hablamos con Hermann. Pasamos a la cocina y hablamos de lo nuevo son la monja sentada en la mesa. Salimos por la izquierda, vamos a la izquierda y entramos en el Hospital.
Hablamos con sor Agathe de todo. Vamos al armario de la derecha, abrimos la parte inferior y cogemos el cubo. Hablamos con el enfermo de la derecha, Hans, de todo.
Volvemos al Convento (cocina), pasamos a la derecha a la entrada y salimos por el fondo al exterior, al jardín. Con el cuchillo cortamos un ramo de flores blancas con el centro amarillo y otro de lilas del fondo. Izquierda y hablamos con el primer aldeano de todo (varias veces). Entramos en el Convento y hablamos con Hermann, primero de la nueva frase y después de todo. Pasamos a hablar con la Condesa de todo. Aparecemos junto al pozo, la Condesa despide a los hombres y decimos “Que alivio…”.
Vamos al pozo, cogemos el rastrillo, ponemos el cubo en la cuerda y lo recuperamos lleno de agua. Regresamos a la cocina, hablamos con la hermana de todo y nos da una llave. Volvemos a la habitación de la Condesa, que ahora ya no está, usamos la llave en el armario y cogemos una vela de dentro. Salimos, cambiamos nuestra vela por una de las encendidas y pasamos a la cocina. Salimos por la izquierda, usamos el rastrillo en el charco frente a la puerta frontal y cogemos otra llave.
La usamos en esa puerta y entramos en un cobertizo. Cerramos la puerta y de detrás cogemos un taladro de mano. En el inventario ponemos las margaritas en el tarro de aceite y también le ponemos la vela, quedando una mezcla de cera. Regresamos a la cocina para poner la mezcla de cera en el fuego y conseguir un ungüento. Volvemos al patio trasero, cogemos la escalera y la ponemos en la pared de la cocina. Izquierda para entrar en el Hospital y usamos el ungüento en Hans. Damos el cubo de agua a Agathe y vamos a mirar al último enfermo.
Volvemos a la cocina, miramos la pileta de agua bendita del primer piso y al intentar subir Clara, la monja sorda, no nos deja pasar, pero intentamos hablarle. Regresamos al Hospital y hablamos con Agathe.
Salimos y subimos la escalera, pero la ventana está cerrada. Entramos en la cocina e intentamos coger la botella de vinagre de la derecha, pero la monja no nos deja. Volvemos al patio, entramos en el cobertizo y miramos el jarrón azul lleno de sanguijuelas. Ahora al salir vemos un pájaro (una urraca) en el muro: lo miramos, vamos hacia él y vuela sobre el cobertizo. Pasamos a la cocina, derecha y salimos al exterior por la puerta frontal.
A la derecha vemos la urraca y vamos hacia ella, con lo que se vuelve a mover. Entramos y regresamos al patio, subimos la escalera y al intentar coger a la urraca esta se escapa, pero conseguimos una pluma. Entramos en el cobertizo, en el inventario usamos la pluma en el bol con sangre y luego la usamos en el tarro de las sanguijuelas para cogerlas. Regresamos al Hospital y usamos las sanguijuelas en la paciente del fondo, Erna.
Aparece Manfred, el molinero, que trae a Otto, uno de sus trabajadores, que ha tenido un accidente serio. Decimos “¡Antes tengo que examinarlo!”. Le miramos la cabeza y el golpe de la frente. Salimos de su pantalla y hablamos con Agathe de todo (dos veces).
Cogemos el tarro bajo la cama de Erna, abrimos el armario superior al lado de Hans y cogemos unas pinzas y unos trapos. Volvemos a la cocina y hablamos con la monja de lo nuevo (“fracturas craneales”) y de la siguiente frase.
De nuevo vamos al Hospital para hablar con Agathe de lo nuevo (“moneda”) y decimos “Aún no he acabado aquí”. Miramos a Erna, salimos del Convento, vamos camino abajo y llegamos al “callejón del Artesano”. Miramos al predicador y hablamos con Manfred (el de la derecha) de todo. Vamos a la izquierda y hablamos con la vendedora de todo, que nos da una “tesis” (un panfleto). Volvemos a hablar con Manfred de “Los indultarios…”, “Nadie puede…” y “Quien no ayuda…” y nos da la moneda.
El predicador nos habla y decimos “¡Ha sido por decisión propia!”. Aparecemos en el Hospital, vamos al cobertizo y usamos el tarro en el tonel de la derecha para llenarlo de vino. Volvemos al Hospital, miramos la cabeza de Otto, en el inventario combinamos los trapos con el vino y se los ponemos en la frente. Después usamos las pinzas en la herida, la miramos, usamos el taladro de mano y le ponemos la moneda.
Volvemos a hablar con Erna de todo y después le enseñamos la hierba para que nos explique que es. Al intentar hablar con Agathe aparece una rata, que miramos e intentamos coger, pero huye. Hans nos habla y le preguntamos por todo. Volvemos a la cocina.
Ponemos las hierbas en el fuego y vemos como la hermana sorda abre la ventana de arriba. Salimos, subimos la escalera, pulsamos en la ventana y conseguimos un “hisopo” (un pincel). Volvemos a entrar en la cocina, vamos a la estantería inferior derecha, pulsamos en el vinagre, decimos “Quiero hacer más vinagre”, nos queda la botella de vinagre en el puntero y la usamos en nuestro vino.
Pasamos a la habitación de la Condesa y dejamos la mezcla de vinagre sobre la silla de la ventana. Salimos, volvemos a entrar y ya podemos coger el vinagre. De nuevo bajamos a la ciudad, nos paramos frente a la primera puerta de la derecha, la casa del canastero, usamos el pincel del inventario en el vinagre y lo untamos en la parte inferior izquierda de la puerta. Hacemos lo mismo en el otro lado. Llamamos y hablamos con la pareja de todo.
Aparece el predicador, que nos acusa de herejía, y cuando llega un guardia decimos “¡Tenía que hacerlo!”. De nuevo estamos en nuestra habitación de la posada.
Al ir hacia la ventana llaman a la puerta los guardias de la ciudad para arrestarnos. Cogemos la mochila y en el inventario queda el cuchillo y el libro. Sobre la mesa cogemos la carta. Usamos el cuchillo en la cama y así con las sabanas hacemos una cuerda. Abrimos la ventana, usamos la cuerda fuera y salimos por ahí a un callejón. Miramos el montón de basura de la derecha, lo apartamos, miramos el ventanuco y por él nos metemos en un sótano.
Miramos el agujero en la parte derecha de la pared y hablamos con alguien de detrás. Aparece a nuestro lado (es una niña llamada Susanne) y le hablamos sobre “¿Te estas escondiendo?”. Amanece y miramos por la ventana al exterior, donde cogemos un harapo al lado de la ventana. De nuevo dentro nos ponemos el harapo y hablamos con Susanne sobre “Nos sacaré de aquí”.
Usamos el cuchillo en los troncos para sacarles unas virutas de madera, las ponemos en el cuenco de la derecha y hablamos con Susanne de todo lo nuevo, con lo que enciende el cuenco. Lo miramos y cogemos hollín, que usamos en ella y después en nosotros. Salimos por la ventana al callejón, hablamos con el de la carreta y le decimos: “Sí, llévanos”, “No, en serio, llévanos” y “No lograremos salir a pie…”. Nos subimos a la carreta.
Pulsamos en nosotros para hablar y decimos: “Hay una cura” y “¡Ya veo…!”. Paramos frente a la casa del tío de Susanne, llamamos a la puerta, hablamos con la tía de la frase central y luego de “Con mucho gusto” y entramos. Hablamos con el tío de todo. Cogemos la olla junto al fuego y la usamos en el cubo bajo la ventana para llenarla de agua. Salimos y cogemos la ropa tendida, un paño.
Usamos el cuchillo en el árbol, un sauce, para cortarle la corteza. Cogemos las flores de abajo a la derecha, suaco, y entramos. Ponemos la olla en el fuego y dentro tiramos las flores y la corteza, con lo que conseguimos té. Pulsamos en la olla para dársela al tío y decimos “¿Crees que Dios…?” y “Si Dios quiere…”. Usamos el paño en el agua y luego se lo ponemos al tío. Salimos.
Volvemos a entrar y hablamos con la mujer.
De nuevo fuera llamamos a la puerta, hablamos con la mujer y aparece el cura con los soldados que nos arrestan por brujería. Aparecemos en la plaza de la ciudad y el alcalde nos habla. Decimos “Al molinero” y “A la Condesa”. Tras una corta explicación sobre la peste pulsamos dos veces en el personaje del paisaje y en “Terminar” si no queremos ver los créditos, con lo que acabamos la aventura.